Ya se despejó, durante aquella noche intensa de expectativas y emoción, lo que para muchos era una nebulosa que desdibujaba el futuro político del país para los próximos cuatro años constitucionales.
Tras una primera vuelta, el 6 de julio el país amaneció dándole una holgada e irreversible ventaja al principal candidato opositor, Luis Abinader, coronándole como el nuevo presidente de la República durante los próximos años.
Su triunfo es acompañado con una mayoría en el Senado, y una fuerte presencia en la Camara de Diputados, donde se refleja una mayor diversidad.
Así se impone la oferta política del Partido Revolucionario Moderno (PRM), apoyado por un arcoíris de fuerzas aliadas.
Pero despejado el complejo panorama político dominicano, se observa con más claridad desde todos los puntos cardinales, la devastación de la pandemia del nuevo coronavirus, que desde la crisis sanitaria mundial que ha creado, salta a la economía, desatando la recesión global que le acompaña, la más dramática en un siglo o más.
Es una pandemia que aun crece en República Dominicana, y en muchos otros países, poniendo en peligro la vida de las personas, pero, además, la apertura y reactivación de sus economías, los empleos, las empresas, y la sostenibilidad de las políticas públicas.
Una ola pandémica que crece en RD
En su último boletín, que recoge los datos del jueves pasado, el Ministerio de Salud Pública informó que la cantidad de casos confirmados ascendió a 41,915, al sumarse solo ese día 1,125 casos.
Son datos que se reflejan en una curva ascendente, que se alimenta exponencialmente de nuevos contagios y de nuevas muertes, lo que amenaza la cadena de suministro de la economía, la reactivación de los servicios y la reincorporación de los trabajadores al empleo. Y eventualmente, la generación de divisas por vía de la reactivación del sector turístico.
En su Actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial, correspondiente a junio, el Fondo Monetario Internacional proyecta un agravamiento de la depresión económica mundial, al estimar una caída de 4.9% del PIB global, lo que es menor en 1.9 puntos porcentuales que su pronóstico de abril.
La situación comienza a mejorar en el 2021 y 2022, para cuando se estima un crecimiento de 5.4% y de 6.5% respectivamente.
El pesado legado para un nuevo ciclo político en RD
Pero el nuevo gobierno electo por las unas abiertas el 5 de julio pasado enfrentará en el ámbito de la economía dominicana retos inmediatos propios de una recesión sin comparación en tal vez un siglo.
EL país, que acumuló déficits fiscales años tras años desde el 2012 y que financiaba con nuevas deudas, experimentó por efecto de la pandemia un deterioro de su sector externo, que debió compensar aun con más deudas, concomitantemente con el deterioro de su calificación crediticia, lo que eleva las tasas de interés para nuevos préstamos en los mercados financieros.
La primera señal de ese deterioro lo reflejó la agencia calificadora Fitch Ratings, al confirmar al país en “BB-”, calificación que describe el incumplimiento del emisor de divisas a largo plazo, que es la antesala de los “bonos basura”.
Así, el país, cuando más necesita de divisas frescas para enfrentar el deterioro sus sectores externos fundamentales como el turismo, zonas francas, exportaciones en general, y hasta remesas, su percepción de riesgo le encarece el crédito internacional.
A mayo de 2020, la deuda del sector público no financiero alcanzó la cifra de US$38,309.1 millones, lo que no incluye el monto adeudado a las empresas generadoras de electricidad durante el 2020, ni la generada por los valores en circulación del Banco Central, que al 7 de julio equivalen a un monto de más de US$9,955 millones.
Para el 2018, el FMI estimó el monto consolidado de deudas en 53.1%, lo que incluye lo adeudado por el Estado en general. Y en un contexto en el que no se imaginaba la llegada de una pandemia global de la magnitud del Covid-19, para los próximos cinco años proyectó la dimensión de la deuda pública dominicana en 56.5% del PIB.
Como resultado de la pandemia, es de esperar que el crecimiento de la deuda publica se acelere mucho más.
Este proceso de endeudamiento anual contrasta con el bajo gasto público en salud. Esta baja inversión ha llevado a que los dominicanos se vean obligados a tener que realizar pagos de bolsillos por altos montos, cuando recurren a las prestadoras de servicios de salud adscrita al Sistema Dominicano de Seguridad Social, además de los hospitales públicos.
Como resultado de este abandono del sector salud, en el país no existe una red adecuada de centros de atención primaria que hubiese contribuido de una manera mucho más eficaz a combatir el contagio comunitario del nuevo coronavirus.
Un país sin centro de atención primarias
Un estudio de la Asociación por el Derecho a la Salud (Adesa), divulgado en octubre de 2019, reveló que el gasto directo en salud realizado por las familias representa el 2.7% del PIB, que en promedio equivale a 43,879 pesos por hogar.
Según el informe, durante el 2020-2022 el Gobierno proyectó invertir en el sector Salud un 1.7% del PIB, lo que incumple con el mandato de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END-2030) de que sea 4% del PIB en 2020, y un 5% en 2030.
Y en el nuevo mundo del coronavirus, el tema de la salud es el más candente del crisol social donde se derriten las ideas para darles forma a las políticas públicas. Pues del combate al coronavirus depende la sostenibilidad de la reactivación de la economía dominicana.
En su programa de Gobierno, el nuevo presidente del país, Luis Abinader, declara que se propone garantizar el acceso a una salud universal, de modo que el 100% de los ciudadanos y extranjeros con residencias legales estén incorporados al Sistema Dominicano de la Seguridad Social. Y en ese contexto declara “la salud como un derecho”.
En entrevista con Dario Libre, el economista Miguel Ceara Hatton, uno de los principales pensadores sociales de Partido Revolucionario Moderno, del cual es su secretario nacional de Políticas Públicas, declaró: “La salud sería la prioridad necesariamente, y es una de las necesidades sentidas más importante en la población”.
Y consideró como una posibilidad que durante los 137 días que del año quedarían, a partir del 16 de agosto, se puede someter un proyecto de modificación presupuestaria, con ese fin.
Las prioridades serían la salud, y la reactivación de la economía con fuerte énfasis en el sector agropecuario.
Pero los retos aun no se han medidos: “Será una situación fiscal compleja. Los déficits van a llegar a niveles nunca vistos. Se habla de 6 a 7 por ciento. En realidad, vamos a saber eso al final del año. Hay que ver todo el dinero gastado por el Gobierno durante esta campaña electoral, durante lo que va del periodo, declara Ceara Hatton.
Y el monto de los déficits fiscales recuerda el 2012. Tal como lo denominó el presidente hoy saliente, Danilo Medina: “un maletín de factura”.
Ahora, el economista lo denomina un “baúl de facturas”. Declara: “Se habla de 6 a 7 por ciento. En realidad, vamos a saber eso al final del año. Hay que ver todo el dinero gastado por el Gobierno durante esta campaña electoral, en lo que va del periodo”.
Acceso a los capitales en un contexto incierto
En su informe, Fitch pronosticó que para el 2020 el país puede enfrentar un déficit de cuenta corriente de 3,700 millones de dólares, lo que estimó en un 4.6% del PIB del 2020.
Estas calificaciones se reflejan en el mercado de deudas, como se ve en la evolución de precios y rendimientos de bonos globales durante el 2020, Es el caso del Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI) que refleja la percepción de riesgos en el incremento de la tasa de interés de los bonos emitidos.El 9 de julio, este indicador se incrementó en 524.64 puntos básicos, tras caer de un pico de 831.89 puntos alcanzado el 20 de marzo. Pero, aun con esa caída, se mantiene muy por encima de los niveles en que fluctuó en los últimos años, lo que encarece la gestión de la deuda, y sobre todo la contratación de nuevos créditos en los mercados financieros internacionales.
Y eso en un contexto de depresión económica que hace improcedente una reforma fiscal, Aunque de acuerdo con Ceara, si se puede hacer mejorar la calidad del gasto público, un reclamo que se repite años tras años.
Además, las esperanzas de divisas frescas para afrontar los retos de la reactivación económica se buscan en la sincronía de una crisis global, lo que permite pensar “en un escenario más flexible para la recuperación”, entre los países.
Se esperaría que se podrá obtener créditos bajos condiciones más favorables. Y así, salvar, las empresas, los empleos, las fuentes de divisas, el consumo, y las inversiones.